Las navidades pueden ser fiestas muy alegres, de reunión y sorpresas pero para aquellas personas que además de festejar también recuerdan a algún ser querido que falta, esta felicidad puede verse empañada por la tristeza. Y la verdad que no pasa nada por sentirnos tristes y recordar a quien queramos recordar y de la manera que queramos pero quería compartir algunas ideas sobre la pérdida en general y cómo desde otras perspectivas se puede construir alternativas para quienes han perdido a alguien.
¿Y sí el duelo se puede vivir de otras formas?, ¿Y sí cambiamos la despedida por el recordar historias preferidas de nuestros seres queridos?
Desde la psicología más tradicional nos sentimos cómodas con la idea de acompañar a nuestros clientes en el duro proceso de dejar ir, pero a veces para algunas personas ésta no es la mejor salida. Se vive como una obligación y aparece una cierta preocupación cuando nos encontramos hablando en voz alta o muy, muy bajita con nuestro ser amado.
Ante la pérdida de un ser querido nuestra cultura nos insta a desconectarnos de éste porque su presencia física ya no es evidente. Abundan ideas sobre cómo cerrar el ciclo y continuar viviendo siendo conscientes de la muerte.
Pero, ¿Es realmente la única forma de experimentar esta dolorosa vivencia? Parece que a menudo nos olvidamos de que quien se ha ido forma parte de esta relación y lo que su vida aportaba a nuestra vida es parte de nuestra identidad, de lo que nos define. Y entonces, cuando esta persona ya no está ¿Qué debemos hacer con su voz?
¿Debemos obligarnos a soltar esta voz que tantas historias ha contado de nosotros? ¿Existe una ventana donde aún su voz enunciada por nosotres nos permita estar conectados con elles? ¿Quién tiene el poder de ocultar esa voz para siempre?
A mí me gusta recordar a quien me convirtió en hija, nieta, hermana, amigue y compañera. Me gusta saber qué pensaría esa persona de este nuevo reto, qué pensaría de mi blog y de qué formas me haría sentir valiosa.