Hace unos días leía sobre la vida del escritor estadounidense Charles Bukowski, criticado y amado a la vez por quienes le consideraban un escritor “de estilo soez” por un lado, y por quienes le consideran un escritor lleno de autenticidad en sus obras por el otro. Fue el artífice de una frase que me dejó pensando acerca de una variable que los/as psicólogos/as solemos ver con frecuencia en procesos terapéuticos con las personas, pero que también representa una realidad para los seres humanos en general día a día, para unos/as más que para otros/as.
Dijo Bukowski:
“¿Puedes recordar quién eras antes de que el mundo te dijera quién deberías ser?”
Todos/as lidiamos con el peso del “deber ser” de una u otra manera, o en algún momento de la vida lo hemos experimentado. No me refiero al concepto ético – filosófico sobre los mandatos morales y éticos a los que las personas estamos “sometidas” para una vida en sociedad, sino más al hecho de reflexionar entorno a si lo que hacemos en la vida en general (profesionalmente, en pareja, el oficio o la manera en cómo invertimos las horas de trabajo, etc.) se corresponde con lo que realmente somos y queremos, o si más bien responde a una serie de esquemas, imposiciones (conscientes o no) y estructuras “dictadas por otras personas” o circunstancias.

Muchas personas efectivamente recuerdan con claridad quiénes eran, antes de que el mundo les dijera quiénes deberían ser y entonces la vida se transforma en un anhelo constante por “regresar” a ese estado de plenitud, o en una sensación constante de resignación negativa. Y es en estas circunstancias donde la terapia psicológica nos invita a establecer un método a través del cual podamos trabajar lo que nos limita el acceso a ese “regreso”. Algunas decisiones serán fáciles de tomar en ese camino; otras llevarán consigo un reto mayor. La buena noticia es que el trabajo constante y frecuente con nosotros/as mismos/as, está probado que funciona y da resultados, siempre que lo hagamos bajo el método particular y que le funciona a cada uno/a.
La pregunta de Bukowski nos invita a reflexionar si vivimos felices con lo que hacemos, lo que queremos y lo que somos, teniendo claro que la felicidad no es un estado permanente si no una suma de momentos llenos de plenitud y bienestar que construimos todos los días (al menos así la defino yo). Si al contestarnos esta pregunta nos damos cuenta que la respuesta apunta más al “deber ser” y en consecuencia, menos al “quiero ser”, tal vez sea hora de que tomemos acción sobre ello y busquemos a quien nos pueda echar una mano para emprender un camino de mayor autoconocimiento y construcción de momentos plenos y felices con mayor frecuencia en la vida.
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