¿Qué es lo primero que pensás cuando escuchás; "enfermo mental"? ¿qué te imaginás? ¿qué sensaciones te produce? Tomá un momento para hacer este ejercicio...
Y si ahora te digo que empezás un nuevo proyecto y en tu equipo asignado hay una enferma mental, ¿influiría en tu decisión de equipo? Y que tal si trabajás en RRHH, y en el proceso de selección te das cuenta que uno de los candidatos tiene una enfermedad mental, ¿influiría en tu elección de finalistas?
Probablemente, si el ejercicio de las primeras preguntas te llevaron a "Psycho" de Hitchcock o a la sección de "Sucesos" en el periódico, quizás prefirás cambiar de equipo o evitar fuertemente confrontar a esa persona en las reuniones semanales. Si el ejercicio te llevó a sensaciones de desconfianza, rechazo o miedo, quizás que el candidato vaya en desventaja en ese proceso de selección.
No te culpo si te has visto identificado con lo anterior. Pensar que el término "enfermo mental" es neutral, es pecar de ingenuidad. El cine, la literatura y los medios de comunicación se han encargado de llenar espacios y abrir camino a nuestra imaginación, y tal como se puede ver en las redes sociales, las asociaciones fáciles están a la orden del día. Loco, peligroso, insensible, raro, impredecible, perturbado, demente, entre muchos otros, son calificativos comúnmente atribuidos a una persona con el sello de "enfermo mental".
Sin embargo, para sorpresa de algunos, un diagnóstico de esquizofrenia no es equivalente a persona violenta y peligrosa que tanto se ve en las noticas. Aquella persona con un diagnóstico bipolar, no es aquella artista capaz de todo y sin escrúpulos que nos han pintado en las películas. Aquella persona con un diagnóstico de depresión mayor, puede estar sentada a tu lado durante la jornada laboral.
La Enfermedad Mental, o el Trastorno Mental (más común en la actualidad y en los ámbitos clínicos), es un concepto totalmente salpicado por cómo histórica y culturalmente lo hemos asociado a distintas características, comportamientos y actitudes. En cuanto a su tratamiento, hemos pasado de la lobotomía al Prozac, de la camisa de fuerza a la rehabilitación psicosocial, y eso habla mucho de los cambios históricos que ha sufrido.
Las investigaciones en la materia, la normalización de ciertas condiciones y los avances en derechos humanos y diversidad, son factores que han contribuido a una mayor aceptación de los trastornos mentales en nuestra cultura , sin embargo son muchas las personas con un diagnóstico psiquiátrico que sufren en silencio, con miedo al rechazo y al estigma social, y que siguen siendo excluidos de distintas esferas sociales, como lo es la esfera laboral.
Esta es la primera parte de una serie de 3 artículos cortos donde voy a intentar dar mi aporte buscando contrarrestar el estigma y discriminación que muchas personas sufren en nuestros entornos de trabajo. La intervención debe ser transversal, atravesando las políticas de la empresa, su cultura y sus valores, pero es responsabilidad de todas y todos empezar a realizar pequeños cambios a favor de una cultura mas inclusiva. Y entonces, ¿qué podemos hacer?
Como primera sugerencia podemos empezar con cambiar la forma en cómo nos expresamos. Un sutil cambio puede tener un impacto sustancial. La persona, primero es persona, antes que enferma. Por esto, en vez de decir; "hay un enfermo mental en mi equipo", podemos cambiar por "hay una persona con un problema de salud mental en equipo" o "hay persona con un diagnóstico de X (el diagnóstico específico) en mi equipo".
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