En nuestras relaciones es común que exista un "tira y afloja" entre tácticas de prevención y promoción.
Cuando hacemos uso de la prevención nos estamos concentrando en protegernxs y sentirnos segurxs, hablamos de límites y reglas. Queremos que quede claro por donde no queremos pasar y cuales son las cosas que no vamos a tolerar. Para muchas parejas evitar la infidelidad es una de las situaciones que más estrategias de prevención requiere. Incluso para los que se aventuran a abrir su relación o quienes mantienen la relación a distancia la balanza se inclina a analizar las pautas que van a prevenir que los límites se transgredan.
La promoción por el contrario se dirige a nutrir y crecer e implica mayor flexibilidad y libertad. Las maniobras están dirigidas a hacer actividades que la pareja valora y también actividades individuales que no necesariamente incluyen al otrx.
Ninguna de las estrategias es mejor que la otra. Pero parece ser que evolutivamente tendemos a prevenir más que a promover. El resultado de prevenir demasiado puede llevar a sentir constricción, poca libertad y un pelín más de ganas de transgredir. Fácilmente entramos en una dinámica donde alguien persigue y alguien huye, y esto alimenta el conflicto en la relación.
Con esto mi invitación es: observemos lo que está pasando, cómo está nuestra balanza, hacia qué lado nos estamos inclinando más. Y respondiendo a esto podemos identificar alguna de las ideas que tenemos sobre cómo funcionan las relaciones y qué tan abiertos estamos a dejar pasar una idea que ya no nos es tan funcional. No hay prisa, el cambio puede requerir distanciarnos de algunas ideas y darnos la oportunidad de utilizar otras estrategias que nos acerquen más a lo que valoramos, y a lo que da significado a nuestras relaciones.
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