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Un encuentro con el miedo...


La relación con el miedo. No hablo del miedo razonable y necesario para garantizar nuestra supervivencia. Sino de ese hábito interno que mantenemos con los problemas y que paraliza nuestra creatividad.

Lo puedes reconocer y te puedes sorprender escuchándolo demasiado. Parece una bola de nieve, haciéndose cada vez más grande. ¿Lo reconoces?

El tema central del discurso del miedo puede variar. Hay quienes comparten tener miedo a perderse dentro de una relación, otres a no “ser suficiente”.

Este discurso intenta y persiste en su intención de convencernos de que hagamos lo que hagamos, no seremos capaces de experimentar nada parecido a la seguridad o calma.

El miedo utiliza los datos de tu biografía que le interesan, puede recordarte lo mal que te sentías ante el divorcio de tus padres, o la sensación de soledad cuando perdiste a alguien, incluso aquella broma que te hirió de verdad. Y en estos escenarios tan catastróficos que nos presenta nos quedamos como atrapados, dándole vuelta y escuchando ambos lados de la moneda, debatiendo, y asustados. Nos sentimos indefensas ante nuestro propio diálogo. Y como me pasa a mí con las películas de terror: terminamos teniendo miedo de tener miedo.

 

"Y como me pasa a mí con las películas de terror: terminamos teniendo miedo de tener miedo."

Pero, ¿de dónde salen estos miedos?, ¿vienen realmente del lugar más profundo de tu experiencia?, ¿forman parte de una etiqueta que te ha acompañado mucho tiempo? ¿Son tus miedos más comunes de lo que parecen?

Yo creo que compartimos muchos miedos. De hecho creo que nuestra cultura comparte cierta predilección por algunos miedos pero más allá de eso considero que abrir espacio entre nosotros y el miedo nos ayuda a llevarlo mejor. Nos permite encontrar ideas alternativas para poder relacionarnos mejor con este y salir más fácilmente de la parálisis.

Cuando digo abrir espacio entre nosotros y el miedo en realidad me estoy refiriendo a eso. A agarrarlo figurativamente y ponerlo en la silla de enfrente para tomar un respiro. A veces con el objetivo de salir. A veces con el objetivo de quedarte descansado, sumergida entre tus sábanas protegida y a gustito. Pero siempre recordando que tu miedo no eres tú.

 

"Siempre recordando que tu miedo no eres tú".

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