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Nicole

Divorciándome en el 2019

Actualizado: 8 jun 2019


Muchas veces una separación abre la puerta al crecimiento y al cambio. Nos enseña de nosotros, de lo que buscamos en una relación o relaciones y de lo que no buscamos.


Aprendemos a conocernos, a identificar qué realmente representa un problema en nuestra relación y qué no. Muchas veces al recordar la relación somos capaces de identificar qué ideas alimentaban al problema y donde se situaban estas ideas. Por ejemplo, la idea: "Sólo basta con amor" puede no ser la más útil cuando tenemos que superar dificultades.


Otras historias de separación se quedan atascadas en el conflicto, con poco aire y espacio. Las personas implicadas se encuentran fusionadas con una narrativa donde el protagonista es el conflicto, lo que salió mal, lo que las hirió. En esta fusión puede ser difícil recordar los valores de su relación: aquello que les hizo establecerse como pareja, lo que les importaba y lo que cada uno aportaba a la vida en común.


La fusión con esta historia puede dificultar que actuemos de formas que reflejen lo que realmente queremos y que son contradictorias con la persona que nos gustaría ser. Por ejemplo: ser capaces de crear nuevas relaciones, compartir con amigues en común, desearle bienestar a quien ya no forma parte de nuestro presente.


Cuando la alta conflictividad de una pareja se subestima se ignora también el impacto de ésta en otras esferas: Familia extensa, trabajo, amigos, vida espiritual y en muchos casos: criaturas.

Son las criaturas de las que voy a hablar a continuación. No sólo porque son importantes como seres individuales con derechos y anhelos sino porque están en una posición muy vulnerable.

 

Tener cuidadores que se hayan separado, divorciado o que no esten juntos no tiene que implicar un trauma para una criatura. Muchas criaturas son criadas en distintos tipos de familias, con cambios en su estructura y aprenden mucho. Aprenden de la complejidad de las relaciones, del sufrimiento, de cómo cambian sus padres con nuevas relaciones, de otras redes sociales y otras formas de funcionar. Y algo muy especial e importante: sus padres aparte de padres son personas. Personas con necesidades y características particulares. No sólo están en este mundo para cuidarte y mantener una estructura familiar sino para cuidar de sí mismos.

Sin embargo, cuando una criatura percibe que no puede hablar de uno delante del otro, o escucha quejas o críticas del otro constantemente está recibiendo una buena parte de los efectos del conflicto que además no le pertenece. Si la familia de origen (abuelos, tíos, primes) y redes de apoyo no aprenden a sostener, respetar y expresar compasión hacia el otro cuidador ese niñx está más expuesto a la alta conflictividad y es dejado en soledad para hacer sentido de una trama de preguntas y lealtades que no tienen respuesta, y que es además muy injusta: ¿A quién debo elegir?, ¿hay una víctima? , ¿quién es la víctima?, ¿me va a pasar a mí?, ¿a quién debo cuidar?, ¿visitar a uno implica no querer pasar tiempo con el otro?, ¿prefiero a alguien?, etc..

El conflicto no tiene porque ser la única historia de una pareja ni tampoco tiene que definir tu identidad. Pero si te está costando, si no estás encontrando preguntas que te ayuden a salir de un lugar de elevada conflictividad quizá puedas entablar una conversación que te ayude, formas de traer una mirada más compasiva a tu vida y un mayor grado de aceptación a la complejidad e imperfección que implican las relaciones y la vida.


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